viernes, 3 de mayo de 2013

RECUPERA EL CENTRO INAH NAYARIT EXCEPCIONAL VASIJA ESTILO CÓDICE AZTATLÁN



Después de un largo proceso de gestión, arqueólogos del Centro INAH Nayarit (INAH-CONACULTA) lograron la recuperación de una vasija policroma profusamente decorada perteneciente al complejo cultural Aztatlán (850/900-1350 d.C.) del septentrión costero mesoamericano, cuya zona nuclear de desarrollo tuvo lugar en las fértiles tierras bajas aluviales del norte de Nayarit y sur de Sinaloa.


Lo anterior fue dado a conocer por el Arqueólogo Mauricio Garduño Ambriz, investigador adscrito al Centro INAH Nayarit, quien desde 1995 se ha especializado en la arqueología de la costa noroccidental del estado. La pieza fue celosamente resguardada por el Prof. Luciano Sandoval, vecino de la población de San Felipe Aztatán perteneciente al municipio de Tecuala, quien mantuvo la posesión de ésta y otras vasijas en su domicilio particular durante años.


Su hallazgo tuvo lugar de manera fortuita hace más de veinte años en un solar localizado dentro de la zona urbana de San Felipe Aztatán, específicamente en el barrio de Huachotita, sobre la superficie nivelada superior de una plataforma de base rectangular de 55 por 45 m. de lado, con una elevación promedio de tan solo 1.60 m. por encima del nivel de la planicie aluvial adyacente. Esta estructura se ubica a una distancia de alrededor de 130 m. hacia el Oeste de la Loma de la Cruz, un montículo de 10 m. de altura que constituye la principal edificación de carácter ceremonial localizada dentro del núcleo arquitectónico del asentamiento prehispánico de San Felipe Aztatán, orientada astronómicamente sobre un eje oriente-poniente y vinculada ritualmente con el culto solar.

Se trata de una olla policroma de cuerpo globular y cuello recto, trípode, con soportes de sonaja y en buen estado general de conservación, profusamente decorada dentro de la tradición pictórica conocida como estilo-códice. Agrupados en dos escenas principales -dentro de las que destacan la representación del sacrificio ritual de un personaje por extracción de corazón y un rito funerario de cremación, ambas vinculadas con personajes pertenecientes a segmentos de alto rango dentro de la sociedad Aztatlán- se observan un total de 24 personajes que abarcan prácticamente toda la superficie externa de la vasija, incluyendo su base.

Presidiendo la escena de cremación se encuentra Mictlantecuhtli, deidad regente del inframundo, quien es acompañado de dos personajes -probablemente sacerdotes- que portan máscaras bucales en forma de mandíbulas descarnadas y que están a punto de encender la pira funeraria. A este respecto el especialista señaló que a partir del testimonio de la persona que sustrajo la pieza se pudo conocer que al momento en que realizó su limpieza encontró en su interior cenizas, huesos triturados y dientes, lo que sugiere que la pieza podría haber cumplido una función análoga a la de los relicarios, conteniendo los restos de algún ancestro deificado o probablemente vinculado con algún linaje importante.

A este respecto el especialista apuntó que los datos para la arqueología regional sugieren que durante el Postclásico Temprano y Medio esta costumbre funeraria estaba reservada únicamente para segmentos sociales de élite y que su práctica formaba parte de un discurso ideológico de legitimación que emparentaba a los gobernantes con la deidad solar que regía las festividades vinculadas con el ciclo agrícola.



En relación a la temporalidad de esta vasija, Garduño apuntó que se trata de la variante decorativa tardía -caracterizada por sus diseños de corte esquemático que se distinguen por sus trazos angulares rígidos- de una olla del tipo Iguanas Policromo, que constituye uno de los componentes cerámicos diagnósticos de la fase cultural Ixcuintla (1100-1350 d.C.) del Postclásico Medio, que representa la etapa más tardía dentro de la larga secuencia regional de desarrollo de la cultura Aztatlán. Lo anterior resulta sumamente significativo si consideramos que los principales especialistas en el estudio de la emblemática cerámica tipo códice estilo Mixteca-Puebla, coinciden en señalar que ésta apareció en el altiplano central de México (Cholula) en el transcurso del Postclásico Tardío (1250-1521 d.C.), e inclusive en una fecha posterior al año 1300 d.C. en la mixteca oaxaqueña.



Además, precisó que a partir de investigaciones arqueológicas recientes ha sido posible corroborar que la cerámica policroma estilo códice distintiva de la zona nuclear costera Aztatlán -considerada uno de los principales indicadores arqueológicos de complejidad social de este importante desarrollo cultural-, apareció en las tierras bajas del norte de Nayarit y sur de Sinaloa al inicio del Postclásico Medio, alrededor del año 1100 d.C., prolongándose su uso hasta por lo menos mediados del siglo XIV. Sin embargo, esta cerámica de manufactura local -que ciertamente compartió con otras regiones culturales patrones iconográficos codificados de carácter simbólico dentro del llamado horizonte-estilo internacional del Postclásico- se desarrolló directamente a partir de la cerámica policroma de uso ritual denominada Iguanas Policromo, uno de los componentes diagnósticos del complejo Aztatlán, cuyo periodo de manufactura inició a finales del Epiclásico, alrededor del 850/900 d.C.

San Felipe Aztatán se consolidó como el núcleo de población hegemónico y como cabecera de uno de los más importantes señoríos de las tierras bajas noroccidentales -referido en las fuentes documentales más antiguas con el término de Aztatlán- por lo menos a partir del Postclásico Temprano, fundamentando su poder en el control de los principales procesos económicos, ideológicos y sociales, entre los que se puede destacar su activa participación en una extensa y compleja red comercial que involucraba productos suntuarios, utilitarios y diversos bienes de prestigio (cobre, turquesa, jadeíta, obsidiana, etc.) que compartían las élites regionales, desde el Suroeste Americano hasta las tierras bajas del norte de Yucatán. Como ejemplo de esto mencionaremos que recientemente apareció de manera fortuita al excavar una fosa séptica en un solar urbano de San Felipe Aztatán una vasija zoomorfa alóctona del tipo Plomizo Tohil, uno de los principales productos de comercio del Postclásico Temprano mesoamericano, cuyos talleres de manufactura se localizaban en la costa del Pacífico, en la zona limítrofe entre Chiapas y Guatemala.


Actualmente se encuentra en proceso la inscripción oficial de esta pieza en la base de datos de la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas del INAH, mientras que por otro lado próximamente será sometida a tratamientos especializados de restauración con la intención de garantizar su estabilidad estructural y evitar la degradación de sus pigmentos. El estudio iconográfico y simbólico será llevado a cabo en los próximos meses por parte del arqueólogo Garduño.



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